Farotas de Talaigua, la danza de hombres que reivindica a las mujeres

Fotografía de Luis Miguel, integrante de las Farotas de Talaigua. (Crédito: Radio Nacional de Colombia).

Esta es una de las manifestaciones culturales e históricas más importantes del Carnaval. Es la venganza de los indígenas contra los españoles.

Por Jimmy Cuadros – Radio Nacional de Colombia

Luis Miguel está sentado a la sombra de un árbol. Viste una falda larga de estampados que ha recogido entre sus piernas tratando de conjurar el vapor que brota del suelo arenoso, una pechera luminosa y una sombrereta con flores.

Con la mano izquierda sostiene un espejo, mientras que con la otra se aplica cuidadosamente rubor, un ritual que realiza con la naturalidad de quien desde los 12 años se viste de mujer.

Estamos en Talaigua Nuevo, Bolívar, un territorio aborigen ceñido por un brazo del río Magdalena, en la depresión momposina. Aquí, hace casi 500 años, ocurrió quizá la única gesta victoriosa de la que se tenga noticia de una tribu indígena sobre los conquistadores españoles.

Farotas de Talaigua: la danza de hombres que reivindica a las mujeres

Fueron los farotos, vestidos como Luis Miguel y comandados por el cacique Talygua, quienes doblegaron a los advenedizos del viejo continente y, de paso, les dieron una inolvidable lección: a las mujeres se les respeta.

“Para mí es un orgullo ser farota porque estoy representando la firmeza de nuestros antepasados, que vengaron a las mujeres indígenas que fueron maltratadas y abusadas por los españoles. Eso es lo que contamos a través de nuestro baile”, dice Luis Miguel Mendoza, quien desde hace 15 años pertenece a las Farotas de Talaigua, una de las danzas más aclamadas en el Carnaval de Barranquilla.

Mónica Ospino Dávila es hoy la directora de esta danza. Ella conoció a través de su madre, Etelvina Dávila Turizo, la historia de esta proeza que se ha perpetuado gracias a la tradición oral.

Farotas de Talaigua: la danza de hombres que reivindica a las mujeres

“Este territorio estaba poblado por varias tribus indígenas. Estaban los Chimilas y los Farotos, que pertenecían a los Malibú. Estos eran los más laboriosos y guerreros. Los españoles, que llegaron aquí atraídos por el oro, aprovechaban cuando los farotos salían por las noches a cazar y asaltaban sus asentamientos”, cuenta Mónica.

Una vez allí, sometían a las mujeres que quedaban solas. Golpeaban y abusaban de unas y raptaban a otras para hacerlas sus concubinas o prostituirlas, en especial a las niñas.

El cacique Talygua decidió tenderles una trampa que tardó algún tiempo en consumarse, mientras lograban reunir las telas y demás objetos que les permitiera confeccionar los atuendos similares a los de las doñas españolas de la época.

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“Eso lo hicieron a través de trueques, cambiaban sus amuletos, sus joyas y monedas por tela”, detalla Mónica.

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