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Jardín Matilde Osorio de Marroquín

 

La vegetación de la Hacienda Yerbabuena sintetiza la historia de los procesos ambientales y culturales que han afectado a la Sabana de Bogotá durante milenios de ocupación humana. Cada especie que se conserva en este lugar es la constatación de la capacidad adaptativa de las diferentes formas de vida que pueblan la tierra, incluyendo al ser humano, ya que estas son, a su vez, un testimonio de la vida cotidiana, sus formas de producción e incluso la adopción de ideologías de quienes han transitado por aquí durante siglos.

“El espíritu de los jardines está íntimamente ligado con el espíritu de los pueblos que los sueñan y los realizan. Ellos tienen una intuición maravillosa para comprender el objeto de su existencia, y además la facultad de ocultar o mostrar su verdadera personalidad a las miradas de sus visitantes.”
Isabel Lleras de Ospina, Estampas arbitrarias (1956)

     Esa historia es la que queremos contar en este espacio, el cual lleva el nombre de Matilde Osorio Ricaurte (1831-1884), promotora de actividades educativas, artísticas y religiosas en su natal Bogotá y en diferentes lugares de la Sabana, como esta hacienda. Yerbabuena fue escenario de espectáculos teatrales, fiestas literarias y ceremonias católicas; fue también un colegio de niñas y hasta casa de auxilio para víctimas de las guerras civiles, todas obras dirigidas por Matilde desde 1853 (año en el que contrajo matrimonio con José Manuel Marroquín) hasta su muerte.

     Por su parte, la Hacienda Yerbabuena ha sido un símbolo de la cultura escrita en Colombia, así como un referente para la historia de los procesos sociales, políticos, económicos e intelectuales que han tenido lugar en la Sabana de Bogotá. Sin embargo, parece ser poco lo que el enorme acervo literario de la región le ha dedicado a su patrimonio vegetal y animal. Es por ello que en el recorrido por este jardín queremos develar y recuperar el lugar que tienen estas especies en la historia de Yerbabuena, no sólo dentro de los testimonios escritos, sino también en el carácter histórico que tiene su propia vegetación. Así, con este proyecto llevado a cabo entre el Instituto Humboldt y el Instituto Caro y Cuervo, confirmaremos o refutaremos la creencia de que la naturaleza ha tenido un lugar discreto o invisible en la memoria escrita de la Sabana.

Matilde Osorio de Marroquín.

Matilde Osorio de Marroquín (Bogotá, 1831-1884)

 

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